sábado, 16 de julio de 2011

¡La planificación, estúpido!

planificando_thumb1Dicen que quien regala un libro consigue ser recordado durante mucho tiempo. Sobre todo –añado– si el libro incluye una propuesta de planificación sistémica nacional y al receptor del obsequio –servidor– le importa menos que un pito su formulación, bases conceptuales, metodologías y otras frivolidades incluidas entre la parafernalia esdrújula con la que nos atosigan ciertos mercaderes de humo de la cooperación internacional, mater admirabilis de intelectuales descarriados.

El clímax lo alcanza el obsequiado si el mentado libro lleva, además, una dedicatoria, y el nirvana –como extinción de todo deseo material– se vislumbra cuando las dedicatorias son dos.

Las palabras de la primera me alcanzan –plaf, plaf, plaf– como gotas de un grifo mal cerrado: “Para mi colega, y sin embargo amigo, con afecto y el deseo de que esta lectura le abra a paisajes insospechados y jamás vistos antes de su llegada a este hermoso país. No será lectura fácil, pero el esfuerzo habrá merecido la pena. ¡Sin planificación no es posible saber a dónde ir!” Más claro, agua –por lo del grifo– aunque sospecho que, a algunos, la planificación tampoco iluminará su camino.

el-arte-guerra_thumb2Veamos la segunda dedicatoria: “Dice Sun Tzu en ‘El arte de la guerra’ que el general nunca debe atacar por cólera y con prisas, sino que es aconsejable tomarse tiempo en la planificación y coordinación del plan, creando una situación que contribuya a su cumplimiento”. Hasta aquí, ¡bien por el chino!

El proemio finaliza sibilino, pronto en advertirlo todo: “Lee este libro, aplica sus consejos y vencerás”. ¡Ah, los laureles de la gloria, el hechizo de la fama!

Me enteré –¡qué hubiera sido de mí sin ese libro!– de que “el momento normativo-prescriptivo trata acerca del modo en que se formula el plan y trabaja bajo la forma verbal del ’debe ser’. Su propósito es producir las propuestas de acción en un contexto de incertidumbre y sorpresas”. ¡Quién lo había de decir! ¡Qué digo decir, ni imaginar siquiera!

Más adelante anoto que el “momento estratégico comprende el modo de examinar la viabilidad política del plan y del proceso de construcción de la viabilidad política para las situaciones no viables en la situación inicial”. ¡Menos mal! ¡Me quedo ya más tranquilo!

Parece que lo trascendental de la planificación es encontrar el santiamén oportuno. Así, el cocinero de este sancocho sistémico establece que “el momento 4 es el momento táctico-operacional que trata de la acción con el soporte del plan”. Disculpen que no les deleite con el tercero: no lo encuentro.

Concluyo, por los sonidos que me trae el viento, que el autor o autores de tan prolijo manual no bebieron nunca de las aguas sagradas del Bagmati, la destilación líquida en el río de la ilustración. Según cuentan hindúes y budistas, allí, en el valle de Katmandú, habitan los espíritus más sabios de la tierra, los que amasan los secretos y la fuerza del silencio que, en ocasiones, es también una muy valiosa opción.

A ver si consigo unas chocolatinas envenenadas con las que agradecer a mis colegas tan fascinante lectura.


IMÁGENES: Arriba, planificando, obvio. Centro, dibujo de una edición ilustrada de El arte de la guerra.

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