sábado, 14 de mayo de 2011

De guaguas, insectos y otras ficciones

Cada palabra tiene una curiosa historia y a ciertas voces se les atribuye más de una. El hecho de que una palabra tenga una etimología definida, no previene que, un tiempo después, al mismo término se le impute un origen o significado diferente.

guagua3_thumb1Viene esto a cuento de una noticia publicada hace varias semanas en un diario local, afirmando que la palabra “guagua” deriva del inglés Wa & Wa, un acrónimo de la Washintong Walton and Co. Inc., primera fábrica estadounidense, según el diario, en exportar sus autobuses a algunas islas del Caribe -República Dominicana, Cuba y Puerto Rico- y a las españolas Islas Canarias.

Añade el noticiero que el logo o marca de la Wa & Wa consistía en una liebre blanca, azul y roja -colores de la bandera americana- que figuraba de forma prominente en el frente, fondo y costados de todos sus autobuses.

La cosa me pareció poco creíble considerando lo extraño de los colores para una liebre. Además, la etimología de este vocablo fue ya profusamente discutida por autores tan serios como Pichardo (1836) en su Diccionario Crítico Etimológico o Millares (1924) en el Léxico de Gran Canaria, entre otros.

Por más que, efectivamente, el uso de la palabra “guagua” es habitual en las citadas islas para referirse a los medios de transporte colectivo, como autobuses, buses o autocares, quise indagar en esta historia y, por pura casualidad, descubrí un blog cubano donde se incluye una reseña idéntica a la publicada en el diario referido.

El blog aporta trece curiosidades “de nuestra querida y añorada Cuba, la tierra más bella que ojos humanos vieron”, a decir del bloguero. Me interesó el tema y leí: “La famosa catedral de La Habana, de estilo barroco, obra del arquitecto vasco Alberto de Gorostiaga, es copia de una idéntica de la iglesia de Santa Lilia, en Bilbao”. Nací yo, como por casualidad, cerquita de Bilbao y puedo asegurarles que no existe por allá ninguna iglesia de Santa Lilia y que Alberto de Gorostiaga fue un afamado maestro de canto bilbaíno y no un arquitecto vasco.

Escribe luego el cubano sobre la orquídea más pequeña del mundo, “cuya flor es del tamaño de un grano de arroz y solo crece en la provincia cubana de Matanzas”. Continúa con “el único río del mundo de aguas color violeta”, cubano, claro está, y así hasta llegar a lo que a mí me parece el clímax de la boutade: “El primer insecto oriundo de Cuba es el "ätihcaracüc anitram″, hoy extinto, y que en lengua taína quiere decir bicho azul volador”. Observen cuidadosamente. Si leen al revés el nombre del bicho, sin considerar las diéresis, obtendrán cucarachita martina, nada que ver con una denominación científica seria.

Prescindiendo del buen humor del bloguero cubano -que Dios conserve y los Castro le permitan disfrutar- parece que la palabra “guagua” no es más que una corrupción fonética de “wagon”, término anglosajón que designa un vehículo de transporte utilizado en Cuba durante la ocupación norteamericana y en Canarias algunos años después.

Otra hipótesis narra la historia de un español radicado en un país centroamericano que transportaba pasajeros en un carretón tirado por caballos en el que los bebés o “guaguas” o niños de brazo viajaban gratis. Le tocó lidiar con los pícaros que subían al carromato inventando todo tipo de argucias para no pagar, a los que recriminaba invariablemente con un “ya veo que queréis ir de guagua”. Pronto, la gente adoptó el vocablo para referirse al carretón del español.

En la actualidad, “guagua” es también el nombre genérico de numerosas especies de insectos hemípteros, entre los cuales tal vez se encuentre el ätihcaracüc anitram del bienhumorado cubano.


IMAGEN: Una guagua en La Habana. Nada que ver con los modernos “ecobuses” no contaminantes que circulan por algunas capitales europeas.

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