jueves, 6 de enero de 2011

Reyes Magos

Durante las breves vacaciones de Navidad que disfruté en Tailandia con mi familia, quiso el azar que coincidiéramos en el hotel de Bangkok con los mismísimos Reyes Magos de Oriente.

Gente sencilla en lo grande y grande en lo sencillo, no me fue difícil acercarme a ellos mientras nos movíamos por el restaurante en ese incesante ir y venir al bufé, a recargar el plato.

Quise agradecerles tantos lápices de colores, tantos cuadernos para pintar y tantas arquitecturas  -aquellas maderitas coloreadas con las que construíamos cualquier cosa-  que, cada 6 de enero, año tras año, me dejaban en el caserío de mi abuelo. Nunca conseguí verlos. Tan ocupados en aquella noche mágica, siempre acababan de irse cuando yo llegaba en busca de mis tesoros. La buena suerte me indemniza con creces ahora de aquellas pequeñas frustraciones.

Sus reales pajes y la austera seguridad del hotel me permitieron, a sugerencia de los Magos, sentarme junto a ellos para disfrutar de una inusual conversación.

Cada año tienen más dificultades para complacer a los niños. Les hizo mucha gracia lo de mis maderitas, y me contaron que ya no recuerdan cuándo se las pidieron por última vez. Ahora todo son nintendos y consolas y laser-pistola espacial y mucho gameboy… Un problema con las pilas. La crisis está afectando a los fabricantes de estos artilugios quienes, para ahorrar en costos, ya no las proporcionan. Ellos, los Magos, no pueden responsabilizarse de tanta batería por los riesgos medioambientales que conlleva su transporte. Sugieren a los papás que se hagan con una buena provisión y con un destornillador de estrella para abrir y cerrar la tapa del rediseñado alojamiento.

Dicen que hay mucha competencia. Entre el barrigudo de rojo, el Esteru en Cantabria, el Olentzero en el País Vasco, el Tió en Cataluña, el Apalpador en Galicia y otros menos conocidos, la demanda de juguetes crece sin cesar y, claro, los fabricantes que les surten aumentan los precios cuanto pueden.

Pregunto por el barrigudo de rojo. Se trata, como suponía, de Papá Noel, Santa Claus, Viejito Pascuero, Colacho o San Nicolás, que con todos estos nombres y alguno más se le conoce por ahí. Cuando los inmigrantes holandeses fundaron la ciudad de Nueva Amsterdam, hoy Nueva York, llevaron allá el mito de Sinterklaas que la burda pronunciación angloparlante convirtió en Santa Claus y que, con el tiempo, derivó en el bodrio sociocultural y memo de Santa, a secas.

Este año tienen otra preocupación adicional. Las catástrofes naturales que se cebaron con nuestro planeta en 2010, han dejado a cientos de miles de niños sin familia y sin modo de hacer llegar sus esperanzas a los Magos. Los Reyes trabajaban duro en aquellos días de Bangkok para no dejar a ningún infante sin su dosis de cariño, sin su pedacito de ilusión y fantasía. Espero que lo hayan conseguido con el apoyo y la generosidad de todos nosotros, y que las sonrisas hayan vuelto, al menos por un día, a los rostros inocentes de Haití, China, Rusia, Pakistán… y de tantos otros lugares donde nos necesitan con urgencia.

Me despido de Sus Majestades. Ellos son los artífices de darle marcha atrás al tiempo y hacernos retornar a los días en que era tan fácil ser feliz que bastaba con desearlo.

Con un truco elemental, querido Watson: el pequeño milagro de la ilusión.


IMAGEN: Bailadoras de tumbe en Arica. Durante la colonización española, la festividad de los Reyes Magos era día de asueto para los esclavos negros, quienes salían a las calles a bailar al ritmo de sus tambores. Esta celebración dio origen a la "Pascua de los Negros" que se celebra aún en algunas comunidades afroamericanas y caribes.


sábado, 25 de diciembre de 2010

Navidad

Un ángel se apareció a José y le dijo: “María dará a luz un niño y le llamarás Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados” (Mateo 1: 21).

“Jesús nació en Belén de Judea” (Mateo 2: 1). “Le envolvieron en pañales y le acostaron en un pesebre, porque no había lugar en la posada” (Lucas 2: 7).

“El pueblo, que andaba a oscuras, vio una luz grande. A los que habitaban en tierra de sombras, la luz les resplandeció. Se acrecentó el regocijo y la alegría por la llegada del salvador”. (Isaías 9: 2-3).

Exactamente eso es lo que estamos celebrando… o deberíamos celebrar: el nacimiento de un hombre que vino al mundo a dar su vida por el perdón de los que no saben lo que hacen y de los que sí lo saben.

Pero la realidad, obstinada, semeja haber superado nuestro símbolo de la Navidad  −el Niño Jesús−  para ponernos en manos de un personaje barrigudo, disfrazado con un grotesco traje rojo y una enorme barba blanca, postiza por más señas. ¿Alrededor?... Lucecitas de colores formando estrellas y trineos e iluminando arbolitos nunca vistos por estas latitudes tropicales.

Comerciantes haciendo estragos con el dinero de las regalías: “Ven a celebrar la Navidad comprando en […]”. Póngase aquí el nombre de cualquier calle peatonal o del mall que se desee. Otro propone: “¡Pídele a Santa! Mi lista para Santa en esta mágica Navidad” y a continuación, la hoja se llena de líneas horizontales para que el nene o la nena escriba, sin torcerse, su inventario de caprichos.

Un popular diario publica un suplemento Especial Navidad.  Entre páginas y páginas de anuncios invitando al consumo, se felicita porque llegaron los cuartos, sugiere cómo decorar los espacios según las últimas tendencias, nos propone una mesa esplendorosa y hasta un menú a base de platos dominicanos. Asegura que “la Navidad se llena de emoción brindando con […] el auténtico sabor de la Navidad” o con un amaretto di amore, como broche de oro, nada menos.

No falta una tienda de repuestos (?) que “puede hacer la diferencia irradiando bondad, paz y amor en esta época”; un arroz que “alimenta tu espíritu navideño” o unas fiestas con internet “a doble velocidad”. La publicación dogmatiza con alborozo: “¡Santa y los Reyes existen!” y termina con media paginita izquierda dedicada a los 150km de recorrido de Nazaret a Belén, lamentando el conflicto bélico que los separa.

Ni alusión, ni atisbo, ni referencia a una fiesta profundamente enraizada en la religión y en la ética, en esa dimensión social del amor, la compasión y la piedad, como valores inequívocos de nuestra condición humana.

Mientras, ahí al lado, cientos de haitianos mueren de cólera, indiferencia y olvido.


IMAGEN: Belén en barro. Artesanía paraguaya. Museo del Barro, Asunción. (Foto FG)


sábado, 11 de diciembre de 2010

El quinto sabor

¿Se puede describir el sabor de una sopa de algas o de un sukiyaki o, simplemente, de la salsa de soja? Por más que una persona entrenada pueda llegar a percibir decenas de sabores distintos, todos ellos son, en realidad, combinaciones de cuatro sabores básicos: amargo, salado, agrio y dulce, del mismo modo que los colores que vemos no son sino combinaciones de tres colores elementales.

Se considera que los sabores dulce y amargo cumplen cometidos muy distintos. La función del dulce es identificar una fuente de calorías en los alimentos, mientras que el amargo ejerce como sensor de alarma para substancias potencialmente tóxicas.

Cuando el sabor amargo se percibe con gran intensidad, puede llegar a provocar el rechazo de la comida. Por el contrario, el organismo reclamará alimentos dulces en situaciones en las que peligre el suministro energético. Esta especie de sabiduría del paladar explica que las preferencias gustativas de un individuo pueden modificarse de acuerdo con las necesidades de su organismo, ante situaciones diferentes.

En paralelo con el incremento de popularidad de la cocina asiática, la ciencia se ha visto también impregnada de aromas orientales, al incluir entre el tradicional cuarteto –amargo, salado, agrio y dulce– un quinto elemento: el umami. Aceptado recientemente como un nuevo sabor básico, su descubrimiento se remonta a principios del siglo XX, cuando el científico japonés Kikunae Ikeda, atraído por el sabor de las algas marinas, logró aislar la molécula responsable.

Percibir el nuevo sabor es, para quienes no lo conocen, casi tan difícil como describirlo: “Un paladar atento –explicaba Ikeda– notará una sensación que no podrá catalogar en el marco de los cuatro sabores clásicos”.

Realmente, lo que descubrió este hombre fue el glutamato, sin cuya aportación no sería posible percibir el nuevo sabor. Distinguir el umami requiere mucha práctica. No se trata de comprar un paquete de ajinomoto y sazonar los alimentos sin ningún control. El glutamato monosódico es un receptor gustativo que debe ser utilizado con sabiduría. Los pescados, carnes, verduras y legumbres mejoran con la adición de este producto pero, en cambio, en lácteos, cereales y postres acontece todo lo contrario.

Definitivamente, un sancocho dominicano es siempre un valor –y un sabor– seguro. Sin aditivos.


IMAGEN: Platos de la cocina oriental. La mayor parte de los datos utilizados en la entrada de hoy los he obtenido de la revista Science y de algunas páginas web relacionadas con el glutamato y la cocina.


sábado, 27 de noviembre de 2010

La garita del diablo

Cuando los hombres descubrieron que podían viajar sobre las aguas, se hicieron navegantes. Cuando otros hombres se dieron cuenta de que podían asaltar los barcos de esos navegantes,
se volvieron piratas y corsarios, temidas huestes armadas que acabaron ambicionando cualquier territorio a su alcance.

Durante los siglos XVI y XVII, las plazas costeras del Caribe se fortificaron, aprestándose para su defensa. Las costas se poblaron de castillos y baluartes y, de trecho en trecho, se construyeron garitas estratégicamente situadas, desde donde los soldados vigilaban el horizonte día y noche, atentos a cualquier señal de peligro que llegase desde el mar.

Durante las horas de oscuridad, las rondas de guardia interrumpían cada tanto el descanso de los pobladores: “¡Centinela alerta!” gritaba el primero; “¡Alerta está!” respondía el siguiente. Así, de una garita a otra, hasta completar la última, dispuestos para iniciar la siguiente ronda con militar contundencia.

La noche de este relato, Juan, uno de los centinelas, no respondió. Su garita estaba situada al final de la línea de defensa, sobre un profundo acantilado, en el extremo de la bahía. El miedo se apoderó de los hombres, temiendo por la vida de su compañero y por la suya propia.

Con los primeros rayos de sol descubrieron, desparramados en el suelo de la garita muda, el fusil, la cartuchera y el uniforme de Juan, sin rastro del soldado. Pasando los días y a falta de una explicación mejor, se corrió la voz supersticiosa de que un demonio se había llevado su cuerpo por los aires.

Desde entonces, a la garita sobre el acantilado se la conoce como “la garita del diablo”.

La verdadera historia es bien distinta. Nada tuvo que ver el diablo con la desaparición de Juan, valiente y leal soldado español que tocaba la guitarra como nadie. Con ella y su bien timbrada voz enamoró a Madelis, una linda morenita de piel canela que ayudaba en las tareas de la cocina del regimiento.

A Juan, las ordenanzas militares le prohibían acercarse a ella y a ella se lo prohibía su mamá de crianza y adopción, más estricta que un sargento. Profundamente enamorados, Madelis le hablaba con los ojos y Juan le declaraba su amor sin que nadie sospechase que cantaba solo para ella.

Aquella tarde, poco antes de entrar de guardia en la garita del acantilado, Juan, acompañándose con su guitarra, tarareó suavemente:

“A eso de la medianoche
vete a buscar a tu amor,
porque lejos de tus brazos
se le muere el corazón.”

Madelis entendió el mensaje. Llegada la hora, se levantó de la cama sigilosamente y salió de casa en busca de su amado. Cuando se encontraron, la noche se llenó de besos y palabras de amor, y decidieron huir lejos y vivir juntos para siempre. Juan se despojó de su uniforme, cartuchera y fusil y se vistió con unas ropas discretas que Madelis, previsora como todas las mujeres, había llevado consigo. Sin hacer el menor ruido, abandonaron la garita y caminaron hasta el amanecer hacia el interior de la isla, donde formaron su hogar. Quienes los conocieron aseguran que jamás se vio por aquellos pagos una pareja tan enamorada y feliz.

Aún hoy, junto a la garita del acantilado, en las noches de plenilunio, se escucha, por encima del rumor del mar, una risa alegre y joven envuelta en el rasgueo de una guitarra.

La burla de los enamorados para quienes fabularon la leyenda de “la garita del diablo”.


IMÁGENES: Fotograma de La Perla Negra, el buque pirata del capitán Jack Sparrow en la ficción de Walt Disney “Piratas del Caribe”. La imagen de los enamorados es un fragmento de un fondo de pantalla que se ofrece en internet.



sábado, 13 de noviembre de 2010

El nombre del huracán

Plantar un árbol, tener un hijo y escribir un libro fueron, desde siempre, las tres actividades requeridas para dejar algo nuestro en el futuro del mundo. El presente nos ofrece una nueva y original oportunidad para trascender en la vida: dar nombre a una tormenta.

Los meteorólogos comenzaron a asignar nombres a los huracanes, ciclones, depresiones y tormentas tropicales, en las Antillas, con el fin de facilitar la comunicación con el público y reducir la confusión sobre el fenómeno al que se estaban refiriendo. Durante siglos, se identificaron con el nombre del santo del día: por ejemplo, el huracán de Santa Ana, que azotó Puerto Rico el 26 de julio de 1825 o el de San Zenón, que asoló Santo Domingo el 3 de septiembre de 1930.

A finales del siglo XIX, un meteorólogo australiano utilizó por primera vez un nombre femenino para referirse a un huracán. Esta práctica, que logró consolidarse durante la segunda guerra mundial, se oficializó en 1950 y fue abandonada en 1978, cuando la Organización Mundial de Meteorología incluyó nombres alternos de hombres y mujeres en la lista de tormentas para el Pacífico Norte. Las listas se reciclan cada año y contienen un nombre por cada letra del alfabeto, excepto unas pocas que no se incluyen debido a los escasos nombres que comienzan por esa inicial.

Los nombres de los huracanes más destructivos –Mitch o Katrina, por ejemplo– se retiran y no pueden ser usados hasta pasados diez años. De este modo, se evita confundir una tormenta histórica con otra actual y, de paso, se facilitan las acciones legales, reclamaciones de seguros, etc. Cada nombre retirado se sustituye por otro que comience por la misma letra. Un buen ejemplo es el huracán Hugo, que se movió por el Caribe en 1989, devastando varias pequeñas islas al este de Puerto Rico, luego Puerto Rico mismo y más tarde Carolina del Sur. Fue reemplazado por el español Humberto.

El fin de semana pasado despedimos con alivio a Tomas (sin acento) que hizo de las suyas en la República Dominicana y en nuestro vecino Haití. Los dos próximos serán, si llegan, Virginie y Walter, femenino y masculino respectivamente, con quienes finaliza la lista de nombres asignados para la temporada ciclónica actual.

En Europa, desde 1954, el Instituto de Meteorología de la Universidad Libre de Berlín se ocupa de bautizar cada perturbación atmosférica en ese continente, en el marco de una iniciativa que ofrece la oportunidad de participar activamente en la asignación de nombres. Por unos pocos euros, quien lo desee puede apadrinar un sistema de altas o bajas presiones.

Los años pares, las altas presiones llevan nombres masculinos y las bajas femeninos. La regla se invierte los años impares. Algunos son ya famosos, como Klaus y Cintia, que afectaron este año a España y a otros países del sur europeo.

Cuando asignamos un nombre no se modifica el tiempo –obvio–, pero estamos realizando una contribución importante, con nuestro dinero, para mejorar la formación de futuros meteorólogos y, de paso, dejamos nuestra pequeña huella en la gran historia del mundo.

Que no es poco.


IMAGEN: El huracán “Igor” a su paso por Bermudas (Sep. 2010). Para asignar un nombre, favor contactar con el Instituto de Meteorología de la Universidad Libre de Berlín. La información está en inglés pero el procedimiento es muy sencillo.


sábado, 30 de octubre de 2010

Mis manos

Este texto fue escrito por mi hijo Jorge durante su visita
a uno de los centros para la educación de niñas sin recursos
que la Congregación de Santa Ana mantiene en la India.
Estoy seguro de que os gustará.

No hace mucho tiempo, tuve la suerte de disfrutar de la hospitalidad de las hermanas y las niñas de Ankur, en Bombay. Cuando llegué, la hermana Ana, de la mano, me enseñó mi habitación, el comedor, la casa... Desde entonces no he soltado esa mano.

Al atardecer jugaba con las niñas hasta que ya no podía más; nos sentábamos y nos mirábamos las manos. Mis manos son grandes, tengo los dedos largos. Las manos de las niñas de Ankur son pequeñas, oscuras, de deditos flacos. A mí me gustaban los tonos tostados de las manos de mis niñas y a ellas el color zanahoria de las mías. Yo podía atrapar cuatro o cinco de sus manos, pero ellas eran más.

Yo les hacía aviones y pájaros y sombreros de papel, y ellas me regalaban la expresividad de los bailes indios, y me enseñaban juegos de palmas, y yo, a cambio, sencillos trucos de juglares. Cuando me llevaban a los columpios, tres y cuatro manos tomaban las mías, a cada lado.

Las manos de mis niñas están hechas de lo mismo que las mías. Están hechas del mismo sol que castiga el mediodía indio mientras da los buenos días en España. Están hechas de la misma luna llena que baña la noche de Bombay, del mismo viento que se quita la bufanda y se queda en camiseta en Mira Road.

Las manos de mis niñas están hechas del mismo mar, porque las olas se saben la misma canción en las playas de India y en la Costa del Sol; de la misma lluvia que, durante el monzón, moja los patios de las casas indias, como los de las demás. Están hechas del mismo arroz que mira los trenes pasar, del mismo cariño de madre y de la misma madre tierra.

Mis manos tienen todo lo que quiero. Las manos de mis niñas están pidiendo en la cola de un slum que huele a diarrea y a perro muerto y a podrido. Un lugar que es pesadilla insoportable y patio único de juegos para muchas niñas indias, donde los habitáculos son más pequeños que el baño de mi casa, levantados con lo que yo tiro a la basura; slums junto a charcas de aguas negras, fecales e infectas, nido de enfermedades que no me caben en la cabeza. Mis niñas no saben que la lepra tiene cura, que no tiene por qué comerse sus deditos, esas manitas...

Las manos de la niña que pide chapati con tanta insolencia en la estación de Varanasi son las mismas que me pedían un caramelo a cambio de una sonrisa, a través de la verja de la puerta de Ankur. Las manitas que me peinaban y me trenzaban el pelo son las manos sin dedos de la leprosa de Dharamsala, que esboza una caricatura de sonrisa sin gracia de namaste.

Las manos que me preparaban el curry de pescado a la hora de comer son las mismas manos de esa mujer que fue noticia en las páginas interiores de los diarios, quemada viva por no poder satisfacer una dote más exigente, y que escriben con sangre y fuego -nunca fue más literal- la historia de la India. Las manitas deformes de ese chaval deforme que se agarra a mis pantalones en Paharganj, en Delhi, y que se arrastra con una botella de plástico vacía debajo del culo porque no puede caminar, son las mismas manitas tostadas, los deditos flacos que tomaban las mías en el patio de Ankur, cuando nos cansábamos de jugar.

Y ahora sé que las niñas indias, la gente que duerme en la estación, en las calles de Calcuta, debajo de sacos de plástico, y en tantas otras estaciones y calles de tantas otras ciudades de nombres tan exóticos y yo, somos la misma cosa.

Sólo tengo que mirarme las manos.


IMAGEN: Niñas hindúes en Ankur. Si quieres conocer detalles de estos centros o apadrinar a una niña, visita www.padrinos.org. Muchas gracias por tu apoyo.


sábado, 16 de octubre de 2010

Leyendas dominicanas: Ciguapas

Entre los relatos y recuerdos lejanos, contados por abuelos campesinos en tibias noches sin luna, emerge siempre una leyenda sostenida por la figura mítica de unas mujeres de gran belleza, de ojos oscuros y rasgados, larga cabellera negra, suave y lustrosa, como tirada al descuido sobre sus pechos desnudos, que se distinguen de las otras mujeres porque tienen los pies del revés y dejan huellas contrarias al rumbo de sus pasos: las ciguapas.

Se dice que son mujeres salvajes, poseedoras de poderes mágicos, pero no aparentan tener nada en común con la brujería y las creencias medievales europeas de viejo cuño. No vuelan en escobas ni se convierten en aves de mal agüero, revoloteando alrededor de las casas, como las brujas, bruixes, güixas, meigas, lamias y sorguiñes de la hispana tierra.

Las historias de ciguapas se cuentan y recuentan en inolvidables noches de prometidos amaneceres, entre los humildes moradores de estos paisajes. Propagadas gracias a una suerte de juglarismo que viaja con el viento entre las montañas y valles de la isla, las mil y una variantes de la leyenda, ocupan ya un lugar en la música, en la literatura y en el arte dominicanos.

El tema de José Duluc fue todo un fenómeno musical. Pone de relieve las cualidades amatorias de la ciguapa, aunque no explota su riqueza folklórica. Existen otros referentes, como la obra de Said Musa, en el bulevar de la 27, en Santo Domingo, o la musa de alambre de Jhonny Bonelly. La fuerte presencia del mito en la sociedad dominicana se evidencia en un premio cinematográfico, en una editorial o en un paraje de la ciudad capital, todos con el nombre de La Ciguapa, sin olvidar los textos de Ángel Guridi, en 1880, de Juan Boch en 1935 o, más reciente, la novela Goeíza, de Mora Serrano, Premio Siboney, en 1979.

En su interpretación moderna, la ciguapa va sufriendo transformaciones físicas y alteraciones significativas en sus tradicionales hábitos y costumbres. Una de las explicaciones más comunes cuenta que, “por las noches, surge de los montes una hermosa mujer de largos cabellos, con los pies hacia atrás, que recibe el nombre de ‘ciguapa’, la cual es completamente inofensiva y sumamente tímida, llegando incluso a asustarse de la gente”.

En esta línea, se dice que tienen un corazón cazador y que, con el cielo oscurecido, salen por las serranías en busca de algún descuidado caminante al que embrujan, aman apasionadamente y luego matan, abandonando su cuerpo por los caminos. Algunos creen en un ser sobrenatural y otros que solo se trata de indias con los pies al revés, dadas al rapto de los hombres que les gustan; que tienen malas costumbres y suelen robar manteca y carne cruda de las cocinas, aunque se afirma también que aprecian el maíz que se siembra en los conucos.

Encontrarse con una de ellas podía significar ser amado –dicen–  de una manera incomparable, apasionada y loca, pero también enajenarse de lo conocido para entrar por siempre en el mundo oscuro y mágico de esas míticas mujeres.

Amores que carga el diablo.


IMAGEN: Ciguapas. El tema está obtenido en internet pero, lamentablemente, no he podido averiguar el autor de la pintura.


viernes, 3 de septiembre de 2010

Fantasías sexuales legislativas

El apocalíptico warning enviado por la embajada USA en Santo Domingo acerca de la previsible llegada del huracán Earl, sugiriendo permanecer con el pasaporte entre los dientes por si había que evacuar con urgencia, me pareció motivo suficiente para quedarme en casa el pasado fin de semana, dedicado a las actividades que me gustan: hablar por skype con mi mujer, leer, escribir, dibujar, oír música, cocinar, navegar por internet…

La web, como se sabe, es fuente inagotable de sorpresas, pequeñas y grandes. Entre estas últimas, descubrí la paranoia de algunos legisladores por establecer preceptos legales sobre el sexo, como si las relaciones entre machos y hembras pudieran regularse a golpe de gaceta oficial. A modo de insólito bestiario, dejo aquí constancia de un decálogo que los viajeros a Estados Unidos deberían tener muy en cuenta, no vaya a ser que los devuelvan con la etiqueta de pervertidos sexuales.

1 – En varios estados es difícil acceder a un condón. En Connecticut está prohibido usarlos, y en Wisconsin se venden como mercancía tránsfuga que se saca de debajo del mostrador. En Indiana, a las mujeres solas no se les permite comprarlos.

2 – En Nueva York está prohibido darse la vuelta para mirar libidinosamente a las mujeres por la calle… como casi todos los hombres hacemos.

3 – En Oregón es ilegal que los maridos digan guarradas durante el coito. Vía libre, en cambio, para recitar párrafos enteros de la constitución. Mucho más excitante, sin duda.

4 – En Kentucky no se permite a las mujeres pasear en bikini o traje de baño por ninguna de las carreteras del estado, a menos que vayan escoltadas por dos oficiales de policía o armadas con una porra. Será para evitar ser violada… en sus derechos, claro.

5 – En Virginia es ilegal practicar el sexo con la luz encendida. Me imagino que la pareja del legislador ganó un concurso de feas.

6 – En Wisconsin, los hombres no pueden disparar armas de fuego cuando la mujer está teniendo un orgasmo… no vaya a ser que pierda la concentración y se quede a medias.

7 – En California, Rhode Island, Dakota del Sur, Maryland, Utah, Nuevo México y Florida, el sexo oral está terminantemente prohibido. Las penas varían en cada estado. Florida se lleva la palma: 20 años de cárcel por un solo de trompeta.

8 – En Washington no se permite a los hombres mantener relaciones sexuales con mujeres vírgenes. ¿Cómo perderán la virginidad sin infringir la ley?...

9 – El sexo fuera del matrimonio es ilícito en Georgia. ¿Imagináis esta ley en nuestros calientes países latinos?...

10 – En Minnesota no está permitido que los hombres hagan el amor con sus esposas si el aliento les apesta a cebolla, ajo o sardinas. El hombre está obligado a darse un buen cepillado de dientes previo al acto.

Pero la palma de oro de este festival de estupideces sexo-legislativas se la llevan en Hawái. Si un hombre se acuesta con una polinésica hermosa, menor de 18 años, los padres de la chica deberán realizar trabajos comunitarios durante tres años… por haber educado a su hija de manera demasiado liberal.

¡Que lo disfruten!


IMAGEN: Escena de Sexo en Nueva York, ciudad en la que está prohibido volverse para mirar libidinosamente a una mujer. ¿Solo para hombres?...


miércoles, 18 de agosto de 2010

Las lágrimas de Enia

Las perseidas son una lluvia de meteoros que parecen irradiar de la constelación de Perseo. En la Edad Media, el fenómeno tenía lugar durante la noche en que se recordaba a San Lorenzo, por lo que se asociaron con las lágrimas vertidas por el santo mientras lo quemaban sobre una parrilla.

Esta es mi particular versión.

lluviadeestrellasLos astrónomos bautizaron a la estrella con el nombre de SN1998M, pero sus amigas la llamaban, simplemente, Enia. El brillo de esta pequeña y joven perseida, intensamente blanca, se consumía enamorada de un hermoso planeta azul que giraba, sereno e indiferente, alrededor de un espléndido sol.

Una tarde anunció a sus amigas más íntimas, Algol y Mirfak, su decisión de abandonar la galaxia para reunirse con su amado en aquel lejano sistema solar. Planeaba acercarse lo suficiente a su órbita, como para que éste la atrajera con su fuerza de gravedad, quedando así atrapada, durante millones de años, como inseparable compañera del planeta de sus sueños.

La llamaron loca. Trataron de disuadirla de su aventura, advirtiéndole de los numerosos peligros que acechaban fuera de la constelación. Le explicaron, como pudieron, que el universo era un sistema complejo, donde todos debían ocupar su lugar, apoyando y manteniendo un delicado equilibrio gravitacional que su atolondrada huída podía poner en riesgo.

Todo fue inútil. Partió una mañana, sin atender a los ruegos de sus amigas, quienes la despidieron sumidas en una leal tristeza, seguras de que no la volverían a ver.

Fuera, el universo era tan negro que la masa de Enia apenas conseguía iluminar débilmente su camino y pronto se vio envuelta en un laberinto de órbitas y cuerpos celestes que se movían a una endiablada velocidad. Apenas había viajado unos pocos parsecs, cuando estuvo a punto de que la engullera para siempre un amenazador agujero negro. Más tarde, en los confines de su galaxia, se enredó en la larga cola de 109P, un cometa que cruzaba por allá cada 135 años: “¡Mira por dónde vas, estúpida!”. Asustada y desorientada, se perdió en la oscuridad.

Cuando Algenib, una supergigante amarilla, el astro más brillante de la constelación de Perseo, supo de la locura de Enia, no dudó en salir en su búsqueda, acompañada de Algol y Mirfak. Con la ayuda de su potente luz y guiadas por el rutilante rastro de lágrimas que nuestra protagonista iba dejando a su paso, pronto dieron con ella en un oscuro rincón de la galaxia, junto a un cúmulo de polvo estelar. Sus dos amigas, dichosas de haberla encontrado, comenzaron a girar alegremente en una órbita próxima a la estrella enamorada, rodeándola con su cariño en su regreso a casa.

La lluvia de perseidas o estrellas fugaces que podemos ver en el cielo hacia mediados de agosto, son las lágrimas de Enia que llora desconsolada por el amor imposible de aquel inalcanzable y hermoso planeta azul.


IMAGEN: La lluvia de perseidas, visible únicamente en el hemisferio norte, se produce cuando la Tierra cruza la órbita del cometa 109P/Suift-Tuttle: las partículas de polvo desprendidas de su cola se incendian al entrar en contacto con nuestra atmósfera. La intensidad de esta lluvia oscila entre 30 y 100 meteoros por hora.

La expresión “planeta azul”, referida a la Tierra, es original del inolvidable naturalista Félix Rodríguez de la Fuente, que inmortalizó con ese nombre una de las series más populares de la televisión española de los años 70.

viernes, 6 de agosto de 2010

Chop suey de pollo

“Hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad”, canta Sebastián en La Verbena de la Paloma, una zarzuela estrenada en España en 1894. Desde entonces, las ciencias han adelantado no una, sino varias barbaridades, excepto, al parecer, en lo que se refiere a los programas de traducción automática.

Como prueba de sus deficiencias técnico-neurológico-cibernéticas, he seleccionado una receta de chop suey traducida en línea del inglés al español (?). Vean el resultado "entrecomillado en cursiva" y mis apostillas en letra normal.

“Calienta el aceite y el jengibre, en el wok puede estar en polvo fresco o (es necesario alinearlo)”. Importante paréntesis: tenerlo todo bien alineadito es obligatorio en una cocina ordenada. Lo del wok en polvo fresco ya no me cuadra. Los polvos siempre en caliente, digo yo.

El segundo párrafo nos va aclarando: “Para cortar la carne en tiras pequeñas, y cocinar el pozo del calentamiento ellas en el aceite. Una vez que se dore (si sucede el fuego era suficientemente caliente, pero se parece últimamente yo que están inyectando el aire a él al gas, no calienta un excremento) para retirar todo el contenido en un poco de envase”. Si no se dora la carne es que, efectivamente, el gas no calienta una mierda. Lo difícil debe ser cocinar el pozo.

“A la carne en la receta de chop suey de pollo, si se desea, es posible ser condimentar con cualquier otro ingrediente, del vino blanco a la salsa de la soja, te vas y sazonas con pimienta. Recordar que la salsa de la soja, de en caso de que, ella sea absolutamente salada”.  Si te vas, no puedes sazonar con pimienta, ni con nada. Yo creo que primero hay que sazonar y luego ya te puedes ir… al baño, me imagino, porque a estas alturas te estarás meando de risa.

Esto ya está mejor: “Con el jugo (si se deja pequeño para agregar el aceite) de la carne saltada al calentamiento y a los vehículos del salto en esta orden (seguir si desean): Zapallitos, zanahoria (también es posible ser utilizado), pimienta roja, cebolla de Verdeo”. Lo más probable es que la carne, al calentarse, salte a un vehículo que, casualmente, pasaba por la cocina en ese instante, y se vaya con la cebolla a visitar a unos parientes que tienen en Verdeo.

“La orden es para no quemarse nada y todo llegue a tiempo en el extremo. Agregar la salsa de la soja, de los bordes del wok que llega así todos los lugares de wok. Una vez que los salten, agreguen la carne que eran tenidos en un envase, para el extremo los brotes de la soja y del revuelve se agrega como puede. Dejan calentamiento todo apenas un poco y sirven”. Pues eso, que se agrega todo como se puede, pero sin quemarse.

Tienes la posibilidad de servir la receta de chop suey de pollo con el arroz blanco para alimentar cerdos como tuve que hacer el ayer por la noche, se recomienda acompañar con un poco de vino blanco”. Qué contentos se van a poner los cerdos: cena a base de chop suey de pollo con arroz  y vino blanco. ¿Sauvignon o chardonnay?...

¡Buen provecho!


IMAGEN: El chop suey es un plato de origen chino-estadounidense que literalmente significa "trozos mezclados". Se puede cocinar con los restos de carne y vegetales que van quedando en la nevera.